martes, 21 de agosto de 2007

El aburrimiento y los placeres de la Escuela - Alexander Peralta

Una de las imágenes más redundantes de la vida de un joven adulto es la situación dentro de un salón de clase. Pamuk hace evidencia de sus vivos recuerdos dentro de la calidez, a veces frialdad, del interior de un salón de clase y de los “inquilinos” o comúnmente llamados compañeros que, más que participantes en el ejercicio académico, son seres humanos con quienes convivimos casi todo el proceso de infancia. Son ellos los que, con sus acciones, le enseñan a uno a escalar la empedrada pared de la vida.

Los rostros de los compañeros de un salón de clase a veces resultan ausentes u opacos al recuerdo, pero cuando conocemos adultos a veces tercos o de temperamento llamativo, esos rostros se iluminan y reflejan en rostros adultos. Es allí cuando descubrimos que, muy en el interior (puede que no tanto) los adultos somos niños en un enorme aula de clase.

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